jueves, 16 de febrero de 2017

LA GUERRILLA CARLISTA EN GÉNAVE


Estampa que representa a un guerrillero manchego de la I Guerra Carlista


LA ESCARAMUZA DE GÉNAVE: "PALILLOS" CONTRA EL GOBIERNO LIBERAL


Manuel Fernández Espinosa



Al morir Fernando VII el año 1833 estalló la Primera Guerra Carlista que duró siete años. Una gran mayoría de españoles querían que a Fernando VII lo sucediera en el trono su hermano Carlos María Isidro de Borbón, tal y como mandaban las leyes que Fernando VII cambió para poner como sucesora a su hija Isabel. Los liberales y las clases pudientes apoyaron a María Cristina, viuda del rey difunto, que ejercía la regencia en la minoría edad de Isabel; el pueblo sencillo en su mayor parte se puso de parte de Carlos María Isidro y algunos se echaron al monte para hacer la guerra y la guerrilla. Se suele decir por lo común que el carlismo fue una rebelión que sólo levantó cabeza en las provincias vascongadas, en Navarra y en Cataluña, pero el estudio serio de la historia local desmiente este tópico falsario. Nada más estallar el conflicto, en toda España se alzaron partidas de carlistas (también llamados "facciosos") y, al igual que en el norte de España, en Andalucía y también en La Mancha, fueron muchos los hombres del pueblo que abandonaron sus profesiones para empuñar las armas.

En Almagro (Ciudad Real) había nacido el año 1785 un hombre llamado Juan Vicente Rugeros García que, por ocuparse en el oficio familiar de hacer palillos para los encajes, era conocido por su apodo de "Palillos". Juan Vicente, alias "Palillos", reunió a unos 600 hombres el año 1834 formando una partida de guerrilleros carlistas que combatieron al gobierno, asaltando diligencias, entrando en los pueblos y peleando contra los ejércitos gubernamentales. Entre los muchos pueblos que atacaron los guerrilleros de "Palillos", uno de ellos fue Albaladejo y en noviembre de 1834 los rebeldes tomaron el pueblo de Villanueva de la Fuente, saqueándolo. Las tropas del gobierno en La Mancha, bajo el mando de Tomás Yarto y el mercenario inglés Jorge Flinter, convertido en comandante general de la línea de La Mancha, corrieron para darle batalla a la partida de "Palillos" y éste, viéndose en inferioridad numérica, se retira hacia Génave.

Y fue en Génave donde las tropas gubernamentales se las vieron con los carlistas de "Palillos". En la refriega, los carlistas tuvieron algunas bajas, algunas de importancia dado que cayeron hombres de confianza y mando en la partida de "Palillos". Uno de ellos, capturado, fue fusilado en Génave, pues en esta guerra no había cuartel.

El manchego "Palillos" y sus guerrilleros siguieron actuando por nuestra Sierra de Segura. En 1837 los carlistas tomaron Orcera y quemaron los archivos de la propiedad, acción que aprobó gran parte del pueblo, pues de este modo el gobierno perdía una importante base de datos para explotar los montes en perjuicio de nuestras gentes.

En 1839, uno de los hijos de "Palillos", Zacarías de nombre, cayó preso en una escaramuza próxima a El Hito, un pueblo de Cuenca, y fue fusilado por el teniente Portillo. Pero no sería el único de los daños personales que sufrió el cabecilla manchego: su familia fue encarcelada y, en el colmo de la crueldad más despiadada, Francisca García Priego, madre del rebelde, fue fusilada a la edad de 81 años por las tropas del gobierno liberal en la Puerta de Granada de Ciudad Real y, una vez muerta, le cortaron la cabeza para castigo y escarmiento del pueblo. Estas atrocidades fueron la tónica dominante de esta guerra civil, pues la madre de otro carlista -Ramón Cabrera- también había sido ejecutada por los liberales.

La guerra terminó con el Convenio de Vergara, el 29 de agosto de 1839, firmado por Espartero, el general liberal, y Rafael Maroto que traicionó a los carlistas.  Pero muchos carlistas leales no aceptaron aquella traición de Rafael Maroto y marcharon al exilio en Francia. "Palillos" fue uno de ellos. En 1840 se estableció en la ciudad francesa de Bourges y, más tarde, se le manda a Tulle. Murió el 27 de octubre de 1843 en su último domicilio de Moiré, Francia.


Torre de la Tercia de Génave, testigo de una larga historia

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